Al terminar la secundaria se trasladó a la capital del estado, Saltillo, ingresando al Ateneo Fuente a estudiar la preparatoria. En esta ciudad vivió en una casa de huéspedes que tenían unas primas, Ma. Concepción (Conchita) Guerrero de Trouselle y Reynalda (Reyna) Guerrero Hernández, con quienes a la postre se criaría uno de sus hijos... pero eso es otra historia.
Al dejar los estudios ingresó al Gobierno del Estado en los tiempos del General Pedro Rodríguez Triana como Gobernador (1938-1942), quien, dicho sea de paso por la cercanía del festejo del Aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, participó muy activamente en ella... aunque esto también es otra historia.
Colaborando, pues, con la Tesorería del Estado, es enviado como Recaudador de Impuestos a Parras de la Fuente, Coahuila, donde conoce a quien fuera su esposa por más de cincuenta años: María Elena.
Al cambio de gobierno, y como ocurre en la actualidad, la gente de confianza del General Triana pasaron a las filas del desempleo, siendo cuando don Arturo se integró a la profesión a la que le dedicó más medio siglo: Agente de Ventas.
De su matrimonio nacieron seis hijos en Parras de la Fuente: Francisco Arturo, Armando Marcial, María Elena, María Esther, Eduardo Carlos y José de Jesús, quien falleció antes de cumplir dos meses de nacido.
Con toda su familia cambió de residencia, yéndose a radicar a Saltillo, donde permanecieron durante seis años, para posteriomente ubicarse en León, Guanajuato, donde nació el pilón familiar: María Teresa, y donde permanecería hasta su muerte. Al fallecer contaba con quince nietos y dos bisnietos.
Don Arturo fue un hombre muy trabajador, recto, aficionado al beisbol (aunque no iba a los estadios, escuchaba los partidos por radio y compraba las revistas semanales Hit y Súper Hit), y a la lectura, con lo que adquirió una cultura muy amplia, lo que le permitía sostener conversaciones muy amenas sobre diversos tópicos y con todo tipo de gente.
Don Arturo... podría seguir escribiendo mucho sobre usted, pero aquí me detengo para no cansar a los lectores, así que reciba este pequeño pero sincero homenaje de quienes lo amamos y extrañamos.
Notas: El Jarabe Pateño que se puede escuchar en este aporte, está considerado como uno de los más alegres con que cuenta el folclor mexicano, pues en él ni por un momento se pierde la euforia del ritmo. Se le llama pateño porque se originó en la antiquísima Hacienda de Patos, hoy General Cepeda. El Jarabe, del compositor Jonás Yeverino Cárdenas, originario de esa ciudad, fue declarado como pieza musical representativa de Coahuila, la cual es reconocida a nivel mundial, sobre todo porque fue incluído en la película de Walt Disney «Los Tres Caballeros» (1944).
Aporte: Armando Marcial.
Hizo estudios comerciales y trabajó en las Bodegas del Marqués de Aguayo, época en que conoció a quien sería su compañero por más de media centuria: Arturo González Pérez
Su carácter fuerte, pero a la vez alegre, permitieron que superara infinidad de adversidades que se le presentaron en su larga vida, siendo un ejemplo para toda su familia.
En León, Guanajuato, fue socia fundadora de las Mesas Redondas Panamericanas, ocupando diversos cargos directivos y siendo Directora en dos o tres períodos.
Al fallecer contaba con dieciséis nietos y catorce bisnietos.
A la muerte de su esposo se trasladó a la ciudad de Morelia, con su hija Mayte, localidad donde vivió sus últimos años de vida y donde entregó su alma al Creador, aunque sus cenizas descansan en el templo de San Maximiliano Kolbe, de León, Gto., al lado de las de su marido y de las de sus hijos Eduardo Carlos y María Elena.
Su hijo Francisco Arturo dice: «Hay recuerdos inborrables y hay recuerdos dificiles de pronunciar... y más aún, dificiles de escribir, pues estan tan grabados en el corazón como una cicatriz viviente».
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Estos hermanos fueron un regalo que nunca pedí, pero que siempre quise... y los seguiré amando eternamente.
Cada vez que veo a dos hermanos cómplices sonrío y lloro; sonrío porque fueron lo mejor que me pasó... lloro porque no los tengo más a mi lado.
(El angelito representa a José de Jesús, nuestro hermanito que no pudimos disfrutar pues falleció al poco tiempo de nacido y no hay foto de él).
Nuestro hermano Fco. Arturo le dice a la Nena: «convivimos en nuestra época de estudiantes y entre tus amigas encontré al amor de mi vida, a mi querida esposa, aquí en León. Afortunadamente, antes de tu partida hacia el Reino celestial, en Puerto Vallarta convivimos muy bonito como dos amigos-hermanos que se quisieron mucho». Y a Lalo: «Me hubiera gustado disfrutarte más como mi hermano pequeño... pero te fuiste tan pronto. Te recuerdo muy formal con tu uniforme de gala del Instituto Leonés».
Mayte nos dice: «Los recuerdos más bellos que tengo de mi hermana Nena es que siempre me defendió y me cuidó, además del gran amor que tuvo para mis hijos, y de mi querido Lalo, que fue el papá de mis muñecas cuando niños, y era muy divertido jugar con él, ¡los recuerdo con mucho cariño!».
Teté, nuestra hermanita pequeña, le dice a Lalo: «"Mi querido Lalo, sin miedo a que suene a reclamo... ¡¡¡cuánta falta me hiciste!!!» y a la Nena: «Hermana querida, hubiéramos llegado a ser tan buenas amigas... Ahora con Mayte así es mi relación. Seríamos imparables. Un beso al cielo».
Placa en la Parroquia de San Maximiliano María Kolbe, en León, Gto., donde reposan las cenizas de los mencionados.